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sábado, 20 de noviembre de 2010

La oficina del ECyL

Digo que merece capítulo aparte poruqe para esto sí que nadie nos ha entrenado. Con los papeles, y te tienes que fiar de ellos porque de eso 0,0 de conocimiento, que te ha dado la empresa te diriges a tu oficina del ECyL más cercana (y no es el anuncio de un banco). Si eres de una zona pequeña, como yo, tendrás la maravillosa fortuna de no guardar cola, lo cual es ya casi como encontrar un trabajo de la alegría que te da. Y entras y ves un amplio número de mostradores y otro similar de mesas y sillas opcupadas por ejemplares de la especie Funcionarius vulgaris. Y te plateas: "¿dónde coño tengo que ir?". Ofertas, Demandas, Prestaciones... No busco nada que comprar, no quiero empezar un litigio legal y para hablar de mi coche nuevo (que a ver cómo pago ahora) pues no necesito venir aquí. Así que el paso más lógico es acercarte a la funcionaria que ves más ociosa y preguntar. ¡Craso error! La más ociosa lo es porque no la aguanta ni su sombra. "¿Para apuntarme en el paro?" "Pues sí, no ha visto que esto es el ECyL, ¿que se cree que es un bar?". Hay que ser amable, ella no tiene la culpa de cobrar un buen sueldo trabajar sólo por las mañanas tecleando y firmando y sufrir un estrés espantoso por tener que aguantar a sus hijos en casa por las tardes. "No, digo que he perdido el trabajo que a qué mesa tengo que ir". "Pues tú que crees, espera detrás de esos dos señores y ya te atenderemos en este lado" Y que tenga que decir gracias... Por fin, alcanzas la mesa de otra agradable funcionaria que, después de preguntas propias de un interrogatorio te da un papel con innumerables casillas para rellenar y comienza el segundo interrogatorio "¿tienes la carta de despido el papel no sé qué y el no se cuál?" Y uno, que, repito, no tiene ni idea, le da hasta el carné del Club Megatrix en una carpeta más gorda que todos los apuntes que hayas tomado en tu vida. "Pues faltta el impreso de no sé qué" "Pues a mí lo que me han dado", "Joder, es que no os enteráis, pues necesito lo otro". Vuelta a la empresa, gestoria y vuelta a la cola. Unos papeles y varias miradas tipo "eres subnormal" más tarde, empiezo a rellenar el papel que, en teoría, me servirá para cobrar por no hacer nada gracias a los impuestos del resto del país. Se lo entregas y, ¡oh sorpresa1 son la una y veinte y el sistema informático deja de funcionar a y media, no nos va a dar tiempo así que vuelve el próximo lunes y acabamos". Mola. El lunes vuelves y el último interrogatorio corresponde a "¿dónde quieres trabajar?" "En mi casa, no te jode" piensas. "Y de qué te apuntamos para que te lleguen ofertas?". "Pues de directivo del BBVA no me vendría mal, pero prefiero de tornero fresador, ¿tu qué crees?". "Bueno la verdad es que esto de los medios por lo que veo está muy mal", "¿no me digas?, si yo estoy aquí por gusto" "A ver si tienes suerte, chico" En tres meses vuelves a sellar la tarjeta, ¿vale? Vas a cobrar el 70% los seis primeros meses". La verdad es que casi hasta me compensaba porque la contraoferta de mi ex empresa era trabajar a media jornada por 500euros, es decir menos del salario base con opción de recibir por el culo y a gastarme ese dinero en idas y vueltas y gasolina. Con todo y con esto, sí ya me había convertido en un parado más, ahora sé lo que es estar en una gran empresa, la más grande de España y, si no lo soluciona algún lumbreras de la política, ( o sea imposible por ausencia de tales seres) creciendo cada día. Así que nada, como me había comprometido con esa amable funcionaria, me disponía a buscar activamente trabajo desde ese momento, total no tenía nada mejor que hacer.

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